martes, septiembre 27, 2005

Alivio de luto


El apego trae dolor.
Se aferra a los recuerdos.
Ésta será una semana de sensibilidad y fuerte intuición.

Mi horóscopo para esta semana en la Revista del Sábado


El domingo cerré la semana muy bien, sacando saldos y cuentas de las miles de cosas que hice este mes, el total final fue favorable, el excedente será destinado prácticamente de lleno a mis próximas vacaciones en la capital sudamericana del rock and roll (Buenos Aires). E comenzado a preparar el viaje, agendando actividades (es ya un hecho que veremos a Moreno Veloso (si, hijo de), Bersuit, Divididos, Spinetta, Catupecu machu, Vicentico, ratones paranoicos y varios varios más), ya he comprado dólares y revisado discografía y libros para llevar, e vuelto a abrir las mochilas luego de casi siete meses en donde el último bus que tomé tenía como destino la pequeña ciudad de Río Cuarto, provincia de Córdoba, hoy el país es el mismo, pero la ciudad esta ves, la más grande de todas.

El mismo domingo de los saldos apareció un reportaje en un diario nacional a mi más grande y españolísimo tío, Don Joaquín Sabina, casi lagrimeando mis ojos daban cuenta del lanzamiento de su nuevo trabajo y la posible realización de unos conciertos para este verano acá en Santiago (al fin!), algo ya me había comentado un comensal alguna noche anterior en donde yo no presté la atención necesaria producto del exceso de información y la ansiedad que a uno le posee durante ciertas horas después de la medianoche.

Mi melomanía u obsesión junto a la rapidez y profesionalismo download de Barría me permitieron ya tener Alivio de luto en mis manos, y créanme que la lluvia de nostalgia y sensibilidad que desparramó Don Joaco en mis oídos es solo comparable a los regresos de esos viajes en donde sobre algún avión o bus o automovil la presión del pecho te obliga a cerrar los ojos y repasar como un álbum fotográfico todos los momentos que van quedando pegadas a las líneas blancas de la carretera.

El maestro Sabina lo hizo otra ves, y está como nunca, más allá de las operaciones, caídas y recaídas lo que mejor conserva es su voz, y exijo que el pasar del tiempo se la carraspee más, ya que no hay prosa de don Joaco que se pueda cantar con otra sonoridad vocal. Y que la canción se repita, o que nos suene, o que las autorreferencias estén por todos lados, da lo mismo si se trata de un poeta que siempre expone sus vísceras ante nosotros dándonos lecciones y pretendiendo redimir aquellos episodios que tal ves nosotros queremos olvidar para siempre o definitivamente dejar tatuados irremediablemente sobre nuestras alma. Es tu reencuentro con la noche maldita (contrabando), con tu hija ya mujer (Ay, Rocio), con las malas compañías (Me pido primer), el amor entre humo denso, los vasos haciendo "clink", la resaca infernal (seis tequilas), la escapada con ella (Pájaros de Portugal), el vino, los ojos, su mirada, las palabras.

Me falta una mujer,
me sobran seis tequilas,
no ver para querer,
malditas sean las pilas que me hacen trasnochar
echándonos de menos,
echándome de más,
almíbar y centeno.


La divinidad de su poesía lo lleva a ser, como el mismo dijo, más que un cantante un CONTANTE, y nos queda claro esta premisa tan solo empezar a oír la letra de Pájaros de Portugal, primer single y primer tema de este nuevo disco, así como dejar correr el vinilo y encontrar en cada uno de estos trece temas una novela épica en el medio de la ciudad.

Recuerdo le mostré el flaco de Úbeda a mi última novia y junto a una amiga se obsesionó, al cabo de un tiempo decidieron las dos juntar toda su discografía, más de alguna ves entonces escuché en su pieza yo, mi, me, contigo pretendiendo hacer del soundtrack de esa historia el mejor de todos. No puedo evitar hoy recordar ciertos episodios al escuchar este nuevo regalo del amigo de Serrat y tomar un sorbo de aquella nostalgia que se encuentra en cada trago del bar de este poeta.

Esta vieja sensibilidad crece a medida que se acerca el día de nuevamente ir a tomar el bus, cruzar la frontera será siempre un flashback que para bien o mal aparecerá sin filtro, visitar esos lugares traerá conmigo tantos recuerdos como nuevas experiencias, como dice Litto Nebbia, viajando se fortalece el corazón y de seguro regresaré a mi ciudad con nuevas y bellas fotografías las que harán que dentro de un tiempo en mi horóscopo diga otra ves "Se aferra a los recuerdos en una semana llena de sensibilidad".

jueves, septiembre 08, 2005

Lo siento Bob





El último disco de Ariel Rot se llama Lo siento Frank, según una amiga en directa alusión a Sinatra, según yo, Frank puede ser cualquiera, un dealer, un doctor, un psicólogo, un sonidista. Un segundo disco mío se podría llamar Lo siento Bob, esta ves si en una directa alusión, a Mr. Bob, Bob Dylan, claro.

No se que me dio con Dylan, es decir, hace tiempo ya venía siendo un inspirador, sus discos están entre el desorden de todos mis otros discos, y tengo una que otra edición especial de revistas como Rolling Stone sobre él. Pero por que esa especie de cariño, por que no es una admiración tan estrictamente musical, pasa más bien por una cercanía emocional. Esos tres acordes bajo esa letra interminable a veces llega a doler.

El papá de Bob tenía un negocio de materiales eléctricos en Hibbing, mi viejo trabajaba en una ferretería en Linares, lo comerciante de mi padre no lo tengo, crecí escuchando un montón de música, inquieto, desordenaba los discos de Cat Steven y de Grand Funk que encontraba en casa y que eran de mis tíos.

La vida de Dylan no tiene mucha pomposidad, es más sencilla de lo que uno podría imaginar, cuando llegó a New York se enamoró perdidamente de Suze Rotolo al grado de salir con ella en la carátula de su segundo disco, una relación complicada de dos años, ella una activista política, él una especie de provinciano en búsqueda de oportunidades. Al llegar del sur yo me enamoré de Ximena, la inalcanzable tipa que se juntaba solo con hombres en el colegio, primero fuimos los mejores amigos, luego la pareja conflictiva con rollos que impedían por todos lados poder estar juntos y tranquilos.

Las canciones de Dylan indiscutiblemente hicieron historia, son parte del inconsciente colectivo universal, cuando en 1962 suena Blowin in the wind en el festival de New Port con Joan Baez y Pete Seeger nada volvería a ser lo mismo, esas 46 mil personas observando esa presentación son testigos de un cambio profundo en la dinámica compositiva, en la música, en la poesía en el modo de plantear una propuesta musical.

En 1975 Chile estaba paralizado completamente, y nacer en un país paralizado creo que trae consecuencias. Salí de mi vieja en el único hospital de la provincia, mi padre con resaca profunda y mi madre asustada y confundida, síntomas de un país entero, nadie sabía lo que iba a pasar de ahí en más, el miedo y la confusión estaba tatuado en cada uno de ellos, nací en un país quebrado, por todos lados castrado.

Diez años antes Bob viaja a Inglaterra y conoce a Beatles, un encuentro con The Animals llama la atención de Dylan por la sonoridad electrónica, los puristas empezaban a criticar sus concesiones con Bringing it all back home, un preámbulo de lo que se venía, dejar la de palo a un lado para algunos fue un insulto.

Cuando llegué a la capital todo parecía demasiado grande para mi, no podría con tanta información, los nuevos amigos iban un paso adelante y ponerme al día frente a ellos fue complicado, durante esos años algunos excesos formaban parte del juego.

En el 78 Dylan participa en The Last waltz, la película concierto de Scorsese en el Winterland en San Francisco despidiendo a The band, para el final de esa noche la bada junto a Neil Young, Dr. John, Neil Diamond, Clapton, Ringo, Paul Butterfield, Ronnie Hawkins, Joni Mitchell y Van Morrison cantaron I Shall be released, un temazo.

Canciones como esa son las que si estoy solo frente a mi computadora, con luz baja y un pucho a medio fumar, me hace dar ganas de llorar, la melancolía Dylaneana es distinta a todas, pareciera que todas las historias del mundo ya le ocurrieron a él y las hizo canción, los acordes country tiene la capacidad, generalmente, de desplazarte de manera más suave.

Por la misma época de The last Waltz Bob vive un período de transformación emocional profunda, que tiene que ver con su religiosidad, judío de nacimiento, encuentra nuevos motivos de fe en el cristianismo, estos cambios se acompañaron de discos de difícil comprensión inmediata.





Corre más viento cuando suena Dylan, hace más frío acá, o donde esté si suena Shelter from the storm, o Pancho and Lefty, a de ser por que me remite a un campo helado, o a algún día de esos en que se te helaba hasta el corazón, por dentro, no sabiendo bien si podrías seguir caminando, cada ves que rompo con alguien por ejemplo debería sonar de fondo en mi soundtrack un temilla de aquellos, de hecho Higth Fidelity cuenta con uno, Most of the time.

En el 85 Dylan participa en el Festival pro-etiopia y canta en el J.F.Kennedy stadium junto a Keith Richard y Ron Wood, imaginen ese trío de dinosaurios, tocan Blowin`in the wind, otra onda. Y uno acá full terremoto, sosteniendo vidas cuando nos llaman la atención con ese movimiento profundo, había que remecernos un poco, llevábamos mucho en la misma.

Las canciones de Bob Dylan, no son más que esas notas simples, esas que parecen tan cotidianas, como el pan con mantequilla, el café de media noche, la moneda para el pucho y el diario. Debe ser eso lo que me emociona, la cotidianidad también a la que remite, la simplicidad, como los campos, como en el campo. Creo haber sido más simple y cotidiano entre caminos de tierra, en donde costaba menos levantarse por la mañana y olía mejor, en donde los desayunos eran calientes, los almuerzos contundentes, todo parecía más rico, todo sabía más rico.

A estas alturas vamos a terminar expulsando fuego, nos meten chatarra por las orejas, los ojos y la boca, parecemos estar robotizados haciéndonos amigos por internet y trabajando mil horas para multinacionales explotadoras o simplemente tipos con el signo peso tatuado en la frente.

En la actualidad hay un revival de Bob con libro, disco y película incluida, por supuesto todos van a obtener un trozo de la tortita, conviene tener estás leyendas vivas e inventarles productos caros, pack, box set, libros y antologías quintuples. Pero tampoco se puede negar que de ves en cuando una dosis de nostalgia no nos viene mal, una de esas dosis en donde se reivindican lugares y momentos, en donde retomándolas desde este lado de la vida pueden sonar con más lógica, como todo este sin fin océano de canciones del viejo Bob, ahora suena más cuerda y linda it aint me baby, ahora cuando ya creo haber tenido alguna ves amor como siempre soñé. O puedo entender con mayor claridad Only a pawn in the air game, cuando sabemos que el poder para algunos es un juego.

Desparramé migas de la vida de Dylan y de la mía por que somos canciones, todos y cada uno, por que a veces las canciones funcionan como los libros, pueden retratar momentos, llevarte hasta allá, volverte hasta acá, en fin. La gracia de las canciones puede radicar en eso, hasta el momento debe de ser el modo de teletransportación más efectiva, e independiente de con quien sea, con Bob, con Neil, con el flaco o con Silvio, a quien no le gusta viajar.
Buen viaje...