miércoles, octubre 21, 2009

Un tren a Linares...


El tren salió puntual, a poco andar ya nos encontramos con esos entornos marginales característicos, un paisaje que me confirma la nostalgia y particularidades de este medio de transporte. Veo varios quiltros y montones de esas casas hechas de cartones y maderas ligeras, el cuadro contrasta con el entusiasmo del conductor del tren, quien no ha tenido mejor idea que la de tocar el “Y va a caer” con su bocina – corneta, con mi amigo nos reímos mientras yo pienso, al mirar hacia afuera, en si es que realmente cayó.

Pedí una Kuntsmann y Frank una Cristal, pasábamos ya por Rancagua, entre conversaciones y risas el trayecto parece acortar las distancias. Nos traen las cervezas y no se como llamar a la chica que nos atendió, en el avión son aeromozas, azafatas o auxiliares de vuelo; no logro imaginar como denominan a las auxiliares que trabajan sobre un tren, terremozas?, auxiliar de coche?.

La Kunstmann se siente bien, mientras mi compañero de ruta lee el diario aprovecho de escribir esto, pongo play a mi mp3 y suena la Cinematic Orchestra, mientras escucho el primer tema me surge la idea de hacer un compilado de canciones solo para cuando viajas en tren, de segura esta banda iría. Estamos pasando por Rengo, la canción se pone buena.



Es todo un cuento esto de los reencuentros, de verdad no se si me siento muy cómodo con estas instancias, volver a ver a aquellos compañeros que dejaste de ver hace más de 20 años indudablemente provoca cosa, más aun si es en la misma ciudad en que nací, en las mismas esquinas, en las mismas calles por donde pasé los primeros 16 años de mi vida, los más complejos para algunos, los mejores para mi. Tiene que ver con los recuerdos, con una inyección a la memoria, con desempolvar los episodios para releerlos sin filtro de aquellos que pudiesen haber sido los más dulces o los más amargos.

Comparto el sándwich jamón, queso, mantequilla que Ange preparó y puso en mi bolso sin avisar, acabamos de pasar por San Fernando y es una estación abandonada el paisaje que ahora ocupa mi atención, un no lugar, un espacio abandonado que se torna de una belleza extrema, en su fondo, en su contenido. Son las historias detrás de esos maderos gastados las que alimentan la belleza de ese sitio, así como en las personas también a de pasar, todas sus historias, sus vivencias, sus experiencias serán parte de su belleza. Me convenzo que viajando se fortalece el corazón, como dice la canción de Litto Nebbia, cambio el disco de Cinematic por uno de Fabiana Cantilo, suena Cinema Verité, compuesta por Charly en la época de Serú Giran, ahora el paisaje se torna más verde que nunca.

Llegamos a la estación de Talca y más momentos se me vienen, recuerdo que venir a Talca era un paseo que disfrutaba demasiado, a mis ojos de niño la ciudad era enorme y en ella podría encontrar montones de cosas que no estaban en mi pequeño Linares; revistas de música, cassettes y juguetes. Miro una pareja que se saluda y da la bienvenida, el viene llegando, ella lo esperaba, se abrazan de manera muy expresiva, se miran y se dan besos, al parecer no se veían hace un buen tiempo, o quizás tan solo un par de días, pero están muy enamorados. Los saludos y las despedidas, las sonrisas de la llegada y los llantos de las idas, tantos son los abrazos que recoge una estación que imagino que esos momentos han puesto una cuota de magia a estos lugares, que las estaciones están recargadas por miles y miles de sentimientos y expresiones verdaderos y profundos.

Nos juntamos puntuales en la plaza de la ciudad, nos dimos fuertes y honestos abrazos, se vinieron mil recuerdos a la mente, fue lejos una de las mejores cosas que he hecho este año, un momento que desbordó felicidad por todos lados, cientos de flashes retrataban el instante, tal como otros flashes nos llevaban de regreso a momentos vividos hace 20 años atrás. Volvíamos a estar donde queríamos estar, a mirarnos con los mismos ojos que cuando jugábamos a la pelota o comíamos maravillas caminando por la plaza, mi Linares estaba ahí mismo y para mi, era disfrutar del ayer convencidos y felices de que era hoy.

martes, octubre 06, 2009

Las crónicas del viento comienzan a sonar...


Empezamos de a poco a familiarizarnos con el disco, sabemos de entrada que será de aquellos que repasaremos una y otra y otra ves. Las canciones de Aristimuño nuevamente se cuelan en nuestras vidas para llenarnos de aquella magia con olor a viento sur, ya comentaremos su última visita y el disco tema por tema.
De momento me doy la libertad y les dejo de regalo la carátula del disco y un tema que me inquieto de ese modo que tanto nos gusta...

Track 8 del disco 1: El azucar del estero