miércoles, marzo 02, 2005

Pappo, su moto, su guitarra, su taller mecánico, su Chevrolet, sus perros, sus blues... la vida misma, rock and roll: Aguante Carpo!!

Le e pedido tanto a Dios, que al final oyó mi voz, por la noche a más tardar, yendo juntos a la par...
Juntos a la par, Pappo.

La noche del 24 de febrero el ron que llevaba más de dos semanas en mi departamento rogaba por ser tomado y el elegido ya estaba seleccionado para el rito, nos juntamos con Sapo en el supermercado de siempre a las diez de la noche, en el trayecto, para variar un poco, me quedé en pana de bencina y tuve que gastar como tres lucas no estimadas para esa noche.
En mi depto nos tomamos unos ron cola con mucho hielo, escuchamos Naked City, Fu manchu y otras cosas pero nos quedamos pegados un buen rato en el disco El auto rojo, de Pappo, nos reimos con el tema Whisky Malo e hicimos un paralelo entre Napolitano y Juan Alvarez más conocido como el guatón Panzer. Ambos mas o menos de la misma edad y cada uno con la chapa del rock and roll en el pecho, uno Argento y el otro chileno, eso si, consideramos a el Carpo más leyenda. Pappo le puso rock a Los Gatos, blues a latinoamerica, metal a Argentina, rock and roll al mundo.

Nos tomamos ese ron y partimos a un bar, me quedó dando vueltas en la cabeza ese blues del Whisky, en el bar un par de locos saltaron con algunos vicios caros, me encontré con Banjamín, un primo chico, y gusano su amigo excesivo. Terminamos en mi depto con cervezas y nuevamente escuchando a Pappo, tocando encima e improvisando unos blues. Al otro día me levanté como a la una de la tarde para ir a trabajar, aun medio borracho antes de partir pasé a un almacén a comprarme unos sandwich y un diario tirado sobre el mezón me llamó la atención, abrí la pagina y me encuentro con la noticia, una pequeña viñeta señala que PAPPO había muerto en la noche en un accidente de moto.

Me atraganto, me quedo en silencio, se me pasa por la mente que debe haberse caido en esa moto justo mientras yo cantaba uno de sus blues, salgo del almacén y me siento en un escalón de afuera, me como el pan y tarareo "si este whisky no me mata, nada me podrá matar"...

Pappo representa para mi rock puro, rock de ley, rock del alma. Un tipo de barrio, un tipo sencillo que a pesar de haber tocado con BB King no tiene grandes pretenciones en su vida ni pretende figurar como star jamás, el dinero que a hecho tocando con bandas leyendas de latinoamerica lo ha invertido en lo que le gusta de corazón, un taller mecánico y su chevrolet, una casa de campo y sus perros, nada de limusinas, chicas a los costados, falopa y escándalos, una Harley como debe ser, amigos de esos que te sacan las chelas del congelador sin preguntar y un hijo punta, fierro junto a él.

El Carpo tocaba la guitarra por que la amaba, tocaba blues por que lo amaba, tocaba rock and roll por que lo amaba, tal como a su auto, tal como a su moto, tal como a su hijo, y de eso se trata. Por que ya bastante basura tenemos en el cerebro alimentada por pseudos rockstar que se piensan que por que golpean a cualquiera en un bar o los toman presos por drogas o disparan contra todo en son de protesta tenemos que admirarlos. Enfermos mediáticos que no saben que el rock es una actitud del alma y no del cuerpo, inflados desastrozos que pelean por sellos o por canciones en las radios.

Pappo puede tocar con La Renga, La Renga no aparece en revistas pero llena el Huracan cuantas veces quiere, Pappo tocó con Lebón, Lebón prefiere el campo también y puede recorrer la argentina con su guitarra al hombro, Pappo toca con Machi y Pomo, y ambos después son admirados por Spinetta, Pappo empuja a Los gatos al rock y los Gatos son una referencia total del rock latinoamericano. Y Pappo va a un restaurante a comer con su hijo una noche cualquiera, con su sencillez de barrio, con su chaqueta de cuero y su chasca al viento, pero lo llaman de otro lado y toma otra ruta, la de Hendrix, la de Janis, la de Miles...

Y nos deja el bestia con un piño de discos para repasar mil veces, para darnos cuenta de lo que tubimos tan cerca, para darse un gusto ahora escuchando un viejo blues que nos haga recordar momentos de la vida o nuestro primer amor, Pappo no se va, Pappo se quedó. Aguante el rock and roll!!!

1 Comments:

At 9:06 a. m., Blogger Lucía said...

Creo, amigo chileno, que nos conocemos bastante.


Te envío un poema que hice la mañana siguiente a la muerte de Pappo.


REINCIDENCIAS

Éstos son los culos
que cotizan en bolsa:
firmes y levantados,
pagan con placer sexual
las deshoras de la Historia.
Éstas son las panzas
que cotizan en bolsa,
groseramente alimentadas,
por compradores de salud en cuotas,
con saco y corbata,
expediente en mano.
Éstas son las filas de los desocupados
que cotizan en bolsa:
piquete, pecho y revólver,
donde crece la desilusión
que da pasto a la infamia.
Esta hilera es la cola de todos:
los que llevan sus manos desnudas,
al verdadero Ministerio de la Injusticia,
-los delincuentes están fuera
del aire condicionado de Tribunal-.
Criollos, paraguayos,
coreanos con camisetas de Ámsterdam,
tailandeses, karatekas,
orientales del otro lado del charco,
aguardan en los pasillos.
Éstos son los hombres
que acarrean en su bolsa de cuero verde
a otros hombres que llenarán formularios
para obtener un número,
Éstos son los que no necesitan número,
que los lleve a la silla de espera
con otros muchos protagonistas
del talonario del almacén.
Éstas son las orejas del Banco Ciudad,
que están regenteando satisfechas
los timbrados del pánico.
-“En la madrugada se mató Pappo”
dice el canal de tevé amarillista,
pero Pappo está tendido
con sus brazos ensangrentados:
Esta vez es cierto:
En la madrugada se mató Pappo.-
Señores: Preparen sus dedos,
que la tinta tiene hambre.
Vamos a requisar la culpabilidad
de los inocentes.
Estas son las mañanitas
de la calle Tucumán.
casi 9 de Julio y Teatro Colón.
“Viva la Patria
aunque yo perezca.”
-“Esta madrugada se mató Pappo”-
Apellido y nombre:
Napolitano Norberto.
Apellido y nombre, dije:
Responder en letras de imprenta.
Certificado de antecedentes penales.
Pida permiso para ser pobre
con dos testigos,
si no puede pagar.
Diríjase al Juez de Turno.
-Lo mismo que
en caso de accidente automovilístico
aunque el que muera sea el blues-
“Detrás de la línea, por favor.”
“Espere ser llamado”
¿Cómo debería decir:
“espere ser llamado” o
“espere a ser llamado”.
No persigo ser llamada por la muerte.
Pappo no hubiera querido.
Tampoco pretendo ser sólo un llamado
de un teléfono que está roto.
Apuesto a que está roto,
porque de lo contrario,
me atenderías alguna vez.
¿Quién sigue?
Quinientos veintinueve.
Falta tanto todavía.
Una mujer se quita los zapatos,
le arden los pies.
Un bebé llora en brazos
de otra, con remera rosa,
cartera rosa, lazo de pelo rosa,
¡aros de plata, con una estrella rosa!
Su tez morena, su aliño obsesivo
la delatan:
es argentina, falsa rubia,
como las que he visto de lejos en Miami,
-aunque no necesitáramos visa,
ni trámites, en ese entonces-
no me equivocaría jamás.
Pappo ha muerto.
Quinientos cincuenta y cinco,
-¿capicúa de la suerte?-
¿Cuánto falta todavía para salir
de este agujero de nervios contenidos?
Algunos jóvenes lucen tatuajes
de tinta azul,
como la de la lapicera con que tatúo
este cuaderno de apuntes.
“Prohibido el uso de celulares.”
¿Me estarás llamando ahora
o seguirá descompuesto tu teléfono?
Seiscientos uno... dos...
-ya estoy cerca de la salida-
tres, -menos mal que falta poco-
cuatro... cinco...
Pero Pappo está muerto
y no habrá reincidencias.
Sin remedio.
Sin miedo.
Ha llegado mi turno.























laleyendadelseibo@hotmail.com

 

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