El ataque de las treintonas snobs

Dejé de escuchar a Kevin Johansen poco después de terminada RESISTIRÉ, pero no por el fin de la teleserie sino más bien por que presentí que este tipo, mezcla de Manu Chao y David Bowie, se aproximaba a formar parte del gusto de la nueva raza que invade nuestros espacios. Se trata de la treintona-semiamargada-conairesdeperiodista-fansdesexandthecity-quejuraquesantiagoesnewyork y escribe en diarios, revistas y blogs adornando con frases de tono yanqui eventos, conciertos, fiestas, reencuentros y todo tipo de actividad que realice. Es cosa de repasar la Nación domingo y te encontrarás a lo menos con dos o tres columnas de periodistas de este tipo, o bien dar una vuelta a blogger para ver que estoy en lo cierto.

Me molesta ese tono como muy sex and the city en donde todo parece suceder en un Santiago igual a New York o a nose donde, rodeadas de fotografos de moda con novios que son Djs, o pintores o periodistas o tipos a los que parece que Chile les queda chico. Parecen demasiado lejos de un buen vino escuchando algo de trova o cubriendo un sucio concierto de rock en un galpón de San Bernardo. Si bien mi ejemplo puede sonar extremo, pienso que en el equilibrio de estos dos polos está la realidad más pura de nuestro contexto, la que en verdad debería plantear el periodismo y contarse para aportar, que interés puedo tener en frases como : "...terminé esa noche con un dj que hace tiempo me hace ojitos y algún click entretenido adentro,. Me quedé conversando con él más de lo debido para una periodista de matinal..."

Puede sonar amargo este comentario o hacer sacar conclusiones tales como si no te gusta no lo leas, pero el problema es que esta nueva camada de histéricas participan de cosas que en algún momento pueden atraer mi interés, como Johansen, pero hacen que lo pierda cuando lo rodean de su farándula intelectualoide, desabrida y falta de contenido.

Con todo tendremos que aprende a convivir en esta selva, pero definitivamente siempre preferiré el olor a pebre y asado, las guitarras de Chizo o la amarga voz de Sabina, antes que el sabor del Sushi y los beats de Fat Boy Slim, más aun en medio de un Santiago en donde aun pena un pasado que hundió expresiones de nuestra cultura cubriéndola con lo peor de una USA con un actor de segunda como presidente.

Pero estas tipitas están de moda, y alimentan su virus viendo Bridget Jones o publicando "joyas" literarias como treintaytantos, no nos dejemos engañar que este síntoma tiene fecha de vencimiento aprox. a lo que fue un Axé, mientras que las voces de quienes realmente dicen cosas perduran por siempre.