domingo, enero 23, 2005

Dos de los siete locos...

Me suelo obsesionar. Hoy es Arlt, mañana puede volver a ser Borges o Carver por el resto de mi vida. Hoy Coti Sorokin, mañana Caetano o Sabina otra ves. Me obsesiono enamorado, me obsesiono apasionado y busco en ese amor las penas y el desengaño de la mirada de quien amo, es así. Inevitable hasta la enfermedad, inagotable agonía perturbadora.

Hace unos días vino mi ex por 12 horas, comimos comida china y nos tomamos una botella de vino tinto, nos acercamos mucho y con ese touch que solo tenemos los dos, con ese agrio gusto del saber que en un momento estaremos distanciados y tendremos que consumir infiernos por un resto más de tiempo. Dormimos abrazados y hablamos un montón de cosas con la luz apagada, por un lado me dio gusto notarla bien, aunque claro, tan contradictorio como es ella me decía que estaba casi perfecta al tiempo que tambíen exclamaba haber bajado 14 kilos tomando antidepresivos. Ella es así, una paradoja viviente de rizos dorados.

Y le hable de mis excesos y mi locura agotadora, evitamos hablar de romances pasajeros aunque ambos sabíamos que habían existido.

Es innombrable esta relación, han pasado casi tres años o más y aun así hay cosas que siguen estando intactas, en el mismo lugar en el que las dejamos ese acalorado marzo en el sucio terminal. Por mi parte aun no puedo prometerle nada, por su lado sigue con ese apego enfermizo de hija única y sobreprotegida del cual no entiendo por que no se deshace de una ves por todas.

Y se viene Marzo y tomaré unas vacaciones y pienso una y otra ves si ir o no a Rio Cuarto, con temor, aun no lo se, solo se que cada ves me doy más cuenta que la obsesión tiene mucho que ver con la pasión, es como un síntoma de locura, de esa locura de amor. Sufro lloro y paso de todo por el bien de los dos...

Soy y seré el más obsesionado...