jueves, enero 20, 2005

Último escrito antes de Navidad.

Último escrito antes de Navidad.
Hace tanto que no escribo que podría confundir las letras y disparatar frases como nunca antes, como en la primera época, sin echarle la culpa al calor, ni al trago tibio, ni a los rostros fríos que a cada rato pasan frente a mi o a mi lado o que incluso se quedan pegados a mi espalda. Pasa que hoy, viendo una foto mía con mi madre, y otro par de fotografías con mis abuelos me fijé en la sonrisa que parecía estar pegada a mi rostro por aquellos tiempos, sonrisa que perdí mientras más en libro me convertí, sonrisa que perdí mientras más de corrido leí. Y si suena bien o mal es tan solo un abrupto quejar en donde quiero gritar cuanta necesidad tengo de recuperar aquella sonrisa que tonta y felizmente no podía quitar de mi rostro.
Justo hoy, víspera de las festividades que cursimente otorgan tal ves la única alegría del año a miles yo estoy sentado en frente de esta pantalla que miles de veces me ha sonreído a mi en forma irónica y estúpida, haciéndome pensar que jamás entraría a un club en donde acepten tipos como yo... Ni regalos, ni presentes, ni pasados, ni futuros. Y me doy cuenta aun mas que no me falta nada, estas son las fechas cuando a uno no le faltaba nada. Es más, si te falta algo es tan solo producto de tu incredulidad. Es incredulidad?... Hablando de eso... de que estamos hablando?.
Se acerca la fecha roja, con sus regalos y un montón de cosas exageradas, lo mejor de todo esto el gran plato de comida que permite que esa noche te emborraches más tarde y da pie a un regado y maldito amanecer en donde otra ves arrepentido iras a mojar tu cara para mirarte al espejo con un poco menos de temor.
Recibiré de seguro los clásicos regalos de mi madre y un saludo afectuoso de parte de mis hermanos, no correré riesgos y preferiré no llevar ningún regalo salvo un vino tinto y una cajetilla de esos cigarrillos que compro para las ocasiones especiales. Antes de comer me tiraré en la cama de mis padres, mientras ellos van a misa y mientras mis hermanas ordenan la mesa con flores rojas y velas amarillas.
Dulce navidad, sin los siente locos ni un Borges ciego y enredado dentro de él, dulce y tierna navidad sin Peperina ni el saxo místico de Coltrane, dulce, tierna y fina navidad sin ángeles negros no piscos baratos.
Enciendo un cigarrillo maltrecho, me quemo los dedos con el fósforo y miro la luna, veo la cara de esa chica que no llega y trato de buscar la forma de disfrutar esta noche sin pensar en ella ni en nadie. Tal ves debería saltar dentro de una chimenea y quedarme atascado ahí, o simplemente esperar un llamado que será el regalo único y romperá la lógica triste esta noche en donde debería sonreír y no estar así, tal ves siquiera esto debí escribir.