viernes, enero 21, 2005

Reencuentros desesperados

De un tiempo a esta parte ya no se como reaccionar frente a ciertas cosas, no sabría que decir por ejemplo si me encuentro con un compañero de colegio, de cuando vivía en Linares, y menos aun si se tratará de alguien con quien hubo una historia, participar de esos reencuentros en donde sabemos que hemos cambiado, que ya a pasado suficiente agua por debajo del puente como para detener la sequía de Tucumán, en donde sabemos que a pesar de mirarnos a los ojos con esa complicidad que nos descoloca ya no somos los mismos de antes, y es eso lo que o nos separará o realmente nos reunirá.
Tengo un departamento maltrecho, un auto que debería contar con un seguro de panas de bencina, vi Alta Fidelidad y se transformó en la película de mi vida, escucho su soundtrack cuando estoy deprimido, ya no leo ni escribo como antes pero sigo amando a Cortazar, e hablado de amor unas cuantas veces, y ya no le tengo esa fobia a mi padre que me mantenía tenso cuando vivía con él. Las relaciones de pareja han sido torcidas, pero al menos a estas alturas ya no terminan tan mal como antes. Tengo un trabajo... o algo parecido, y aun veo a los amigos que no me han traicionado. Fumo casi más que antes y de alcohol... no hablemos hoy. Más de un duelo hemos pasado, pero hemos sobrevivido manteniendo o reafirmando ciertas convicciones, y acá estamos, tu con tu polera de Radiohead y yo atrasado en media hora cruzando la calle para encontrarme contigo a la salida de tu trabajo y tarareando a Bob Dylan como si nada.
Cuando te vi parada en medio de ese portal inmenso no sabía si lo que estaba haciendo era correcto, si te llamé para volver a verte digamos que no lo medité demasiado bien, pensé que tal ves ya te habías liberado de esas rabias que nos alejaron y que al menos se abriría la posibilidad de tomarnos algo en un viejo bar, hablar de cine como siempre nos gustó y tener el placer de confirmar ese gusto por las letras que permitió conocernos, volver a vivir ese momento mágico, aunque suene cursi, con Raimond Carver como testigo.
Tal ves esa noche, la del reencuentro, fue el reflejo de lo que lleva mi vida, si hay algo que no te quise decir pudiste haberlo deducido, quedarme sin gasolina, no tener accesorios básicos en mi casa, esos silencios absurdos que aun me incomodan y me hacen rascarme la cabeza sin parar y decir cosas más absurdas aun. Sentirme medio borracho, colgarme a una teleserie, cantarte una canción de García y pedirte que esa noche te quedaras conmigo son claros síntomas de delato, una especie de despliegue innato de mis dolores de cabeza y de mis pasiones eternas. Mucho o poco si bien las ves cuerdo cuerdo no estoy, y mientras más viejo peor es mi capacidad de reacción. Debí haber sido más correcto, haberte llevado a otro lado antes de ir a mi depto, haber aspirado el auto y comprado algo para su olor, tener cosas para comer y por supuesto la suficiente bencina como para movernos con seguridad, pero nada de eso fue y tampoco estuvo tan mal.
Si escribo esto es por que desde que nos vimos esa ves no ha vuelto a pasar, por que por más que te e llamado como un nerd de colegio no hemos podido volver a coordinar otro encuentro, Y por que?, que más quisiera yo saber.
Y confirmo e insisto que tal ves no supe reaccionar, y que ya no somos ni tan tontos, ni tan pesados como para permitirnos ciertas pendejerías, que hay cosas que a nuestra edad están sentadas, me reconozco un pendejo de más de veinticinco. Tanto así que insistiré en llamarte, en verte de nuevo pero no para reivindicar, sino más bien para re confirmar. Comprobar que tontos o pesados la pasamos bien, y que luego de reírnos tanto como esa noche podremos decir que mucho queda aun de lo que fuimos. Al menos en mi. Amén. (jajajaja...)