viernes, julio 17, 2009

Leyendo a Vila Matas...


Leer dietario voluble es tan agradable y sencillo como comer chocolates artesanales acostado y viendo una buena película de Eastwood. Es una caja de sorpresas llena de citas, autores, recuerdos, momentos, reflexiones profundas, livianas, humor, temor, rabia, miedos y más.

Es un diario, un conjunto de crónicas, un ensayo, un libro de relatos, todo a la ves. Supe de su existencia cuando Pancho Mouat nos leyó un texto del libro, luego de escuchar las dos primeras líneas me dieron ganas de tenerlo entre mis manos.

Al poco tiempo ya lo tenía entre mis manos en una pequeña librería en Palermo, Buenos Aires, no quise comprarlo por que era el penúltimo día en esos lados y había que cuidar los pesos, opté por Carver y Berger en su lugar ya que estaban a un precio bastante más razonable.

Finalmente me lo regaló Ange a las 12 de la noche del 6 de Julio de este año, se levantó de la cama y fue hasta la cocina, me trajo un alfajor con una vela encendida sobre él, cántandome cumpleaños feliz me pasó un paquete envuelto en un papel verde y dentro de él Dietario Voluble de Enrique Vila Matas, la abracé y le agradecí feliz, esa noche me quedé leyendo hasta las 4 de la mañana.

Son párrafos escritos en orden cronológico, por mes, en él se relatan pequeños tiempos dentro de viajes, dentro de hospitales, en una conferencia o simples reflexiones a propósito de noticias, libros, autores u otros.

No soy un lector como quisiera ser, me tomo mi tiempo para leer mis libros disfrutándolos mucho, no pretendo transformarme en un Borges para la lectura, considero el leer un placer de buen gozo y no un denso proceso para eternabilizar la reflexión. Los últimos 3 libros que he terminado son de crónica y relatos; Aun no ha sido todo dicho de Warnken, Chilenos de raza de Mouat y Short Cuts de Raimond Carver, creo que la línea conductora de los tres títulos tiene que ver con realidades latentes, con estar o haber estado dentro de lo que se lee, con sentir cercanía con el relato, empatizar con aquellas letras.

Son formas literarias tangibles, reconocibles e identificables, en donde con facilidad nos incorporamos y vivimos más allá de revuelos que puedan causar profundas anotaciones sobre la infinitud del universo.

Cito al propio Enrique Vila Matas hablando sobre el dietario: “El libro tiene una estructura de sucesivos comentarios, un esqueleto de comentario infinito. Es lo que pasa cuando uno decide comentar el mundo. O lo que es lo mismo: comentar lo que pasa cuando no pasa nada.” Es así de simple, tal como ejemplifica VM, nos sentamos en un café y miramos toda una tarde, pero que es lo que vemos, gente que pasa, una señora a la que se le cae su pañuelo, una pareja discutiendo, un perro que orina un Mercedes, una nube que toma la forma de un pop corn, es eso y está ahí, la vida misma en esos episodios.

Por otro lado, Vila Matas dice también de Dietario Voluble que en él habla mucho de música, señala: “considero que Bob Dylan es un genio absoluto. Después, están los demás. Van Morrison, por supuesto. Y Chrissie Hynde. Me encanta cuando canta I shall Be released. Además, me pone de muy buen humor. También me gusta, por raro que parezca, Madonna en Give it 2 me”.

Y bueno que más puede pedir un ocioso como yo, de aquellos que derrama lágrimas en un buen concierto o puede llegar a gozar una noche entera tan solo escuchando un par de canciones. Uno se siente amigo de aquellos autores a los cuales ciertas manifestaciones le provocan los mismos sentimientos que a uno; como aquel que admire la belleza de Jane Birkin, que comente algún blog con honestidad, que raye con Dylan, que se detenga en aquellos personajes que nadie detiene, pues bien, es imposible entonces no sentir que Vila Matas es un tremendo amigote.